
A pesar del despliegue de 600 elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Guardia Nacional para controlar la situación en Culiacán, Sinaloa, los niveles de violencia y delincuencia no han disminuido significativamente. Los recientes robos y saqueos, incluyendo el robo de 50 motocicletas en una agencia y el intento de robo de cajeros automáticos usando una retroexcavadora, reflejan que la presencia militar y policial no ha logrado disuadir a los grupos criminales.
Compromiso con la inteligencia policial
El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, visitó Culiacán recientemente y anunció un enfoque mayor en inteligencia para combatir las actividades delictivas de las bandas que se disputan el control en la región. Sin embargo, los resultados de estas estrategias aún no son visibles, y la población continúa enfrentando secuestros y ejecuciones que agravan la situación de incertidumbre.
Impacto económico y social
La inseguridad ha generado una crisis económica, educativa y social en la capital sinaloense. Los negocios locales, como el sector hotelero y restaurantero, son los más afectados. Algunas empresas ya contemplan la posibilidad de reducir operaciones, lo que agravaría el panorama económico conforme se acerca el fin de año. A nivel educativo, aunque la Universidad Autónoma de Sinaloa ha decidido reanudar clases presenciales en algunos municipios, lo hace bajo la presión de una situación que sigue siendo inestable.
La búsqueda de la normalidad
El gobierno estatal, liderado por el gobernador Rubén Rocha Moya, ha insistido en la importancia de restablecer la normalidad, apoyando programas de proximidad social y comercial. No obstante, los hechos violentos siguen marcando la realidad cotidiana en Culiacán. Los bloqueos de calles con vehículos incendiados, los robos y los asesinatos continúan desafiando las iniciativas gubernamentales para restaurar la calma en la ciudad.
Esta crisis de seguridad ha generado una urgente necesidad de estrategias sociales para recuperar el tejido social de la ciudad, así como de una mayor efectividad en la lucha contra la violencia que afecta a todos los niveles de la vida en Culiacán.