El huracán Rafael, que tocó tierra en el occidente de Cuba el 6 de noviembre, ha dejado un rastro de destrucción a su paso, afectando gravemente las provincias de Artemisa, La Habana y Mayabeque. Con vientos de hasta 180 km/h, el ciclón provocó un apagón nacional, la caída de infraestructura y daños extensivos en cultivos, viviendas y servicios básicos, lo que obligó a la suspensión de la Feria Internacional de La Habana (FIHAV), el evento comercial más importante del país.
Impacto en infraestructura y servicios básicos
El huracán desconectó el Sistema Eléctrico Nacional, dejando a la isla en un apagón generalizado por segunda vez en tres semanas. En La Habana, se han registrado más de 460 derrumbes, afectando edificios e infraestructura clave. Además, los daños incluyen la caída de seis torres de alta tensión en la carretera entre Artemisa y La Habana y numerosos postes eléctricos, complicando el acceso a electricidad y telecomunicaciones.
Evacuaciones y pérdidas en la agricultura
Ante la magnitud de la tormenta, alrededor de 250,000 personas fueron evacuadas. En zonas rurales, la agricultura sufrió serios daños, especialmente en cultivos de plátano y yuca, lo que supone una pérdida considerable para la economía local. El presidente Miguel Díaz-Canel ha visitado las áreas afectadas y señaló que, pese a los graves daños materiales, no se reportaron pérdidas humanas.
Suspensión de la Feria Internacional de La Habana
El huracán también afectó el recinto de Expocuba, donde se desarrollaba la Feria Internacional de La Habana, un evento clave para la atracción de inversión extranjera. Debido a la caída de árboles, interrupciones de agua potable y daños en dos pabellones, el evento fue suspendido por primera vez en su historia. Según el ministro de Comercio Exterior, Óscar Pérez-Oliva, esta experiencia ha motivado a considerar realizar la feria en otra temporada para evitar riesgos meteorológicos en el futuro. Aun así, las reuniones de negocios entre las empresas participantes se llevarán a cabo en dos hoteles de La Habana.
Resiliencia y desafíos en un contexto de crisis
Los habitantes de las áreas afectadas, aunque golpeados por la devastación, se muestran resilientes y acostumbrados a enfrentar apagones prolongados. Sin embargo, las dificultades para acceder a servicios esenciales como agua y electricidad han generado desánimo en algunas personas. Este desastre se suma a una serie de desafíos económicos y energéticos que enfrenta el país, dejando en evidencia la vulnerabilidad de su infraestructura y la urgencia de estrategias de recuperación y mitigación de riesgos climáticos.